Sin altercar ni ostentar porfías para resolver casos dudosos en el juego, pediré a los circunstantes que decidan, conformándome tranquilamente con su resolución.
Nuestras personalidades se tornarán rígidas, y se arraigarán firmemente nuestros sentimientos amargos, nuestras tendencias de altercar y a protestar, y nuestra incapacidad de perdonar.